Review of concert from 2004-07-13, 15 &17: NYC, Avery Fisher Hall
ABC.es, 2004-07-19
- Alfonso Armada

ANGEL OF ANTONIO Elvis Costello turns twenty-five years of race

Apotheosis of Elvis Costello in Lincoln Center of New York

ARMED ALFONSO, CORRESPONDENT/

NEW YORK. The singer and British composer Elvis Costello crowned Saturday in Lincoln Center of New York three nights truely tremendous, in which she crossed all his sources of artistic inspiration, from the acierated rock more to pop the more ambitious lírico and, from melodías for big-bang to symphonic music, and left the impression, between ovaciones and shouts of ecstasy, of which she is very far from having touched ceiling.

Faithful to his tradition to pay tribute "to some of the most influential artists of our time", the Festival of Lincoln Center sold all the paper for the three incursions in the constellation of a musician who finishes turning 25 years in the highway. He opened mouth to great Tuesday with the debut in the United States of the Netherlands Metropole Orchestra, with its 52 interpreters and their ability to draw for the stumbling blocks of the jazz, the pop one, music for films and the classic one. Accompanied by Steve Snow, the pianista that escort to this stajanovista of music from its first "elepe '", that distant "My aim is true", of 1977, Costello and the formidable orchestra shone with own light with adjustments for big band and more intimate pieces. In amazing mixture of Sinatra, Tony Bennet and But Bacharach (with who Costello recorded in 1998 "Painted from memory"), the son of the trompetista of jazz of working class demonstrated why he is not scared to him to anything. Reinventando to itself with each new disc of a race, that is far from concluding, and an excellent chemistry with the orchestra, the public was delirious when Costello demanded its electrical guitar for "Dust" and before the explosive versions of "Watching the detectives" and, mainly, "Almost blue", as he offers.

Euphoria of fans

If Thursday were the day in which the ushers of the Avery Fisher Hall saw them and wished them to contain the euphoria of fans that refused to follow seated the route that Costello did with The Imposters during 145 minutes by good part of its repertoire, and Friday returned to prove their incredible resistance and vitality, and nailed "Love that burns" and "Peace, love and understanding", Saturday finished giving the reason to a critic who requested for Declan McManus a plate that says "Man of the Renaissance". Very far it is left that furious rokero that said that the only emotions that could understand they were "the revenge and the fault". The Filarmónica Orchestra of Brooklyn, with Brad Lubman to the front, interpreted during one hour and ten minutes the first symphonic work of Elvis Costello: the score that with pencil and paper and during ten exhausting weeks wrote from the shakespeareano "Dream of one night of summer" for an Italian company of ballet. "Il sogno", that will on sale leave the next autumn in a recording the Symphony orchestra of London, is an admirable return of nut in its race. With resonances of Ravel, Chaikovski, Bernstein and Duke Ellington, the Costello symphonic composer mixture styles in the coctelera of its head with a freedom and admirable lack of prejudices, which sometimes takes to incongruencias and to that the symphonic mass, of an undeniable brilliance, falls at easy moments that they remember to illustrations for a film of agent 007, although yes evidence that is lost of Vista no the intention of the work: to illustrate, to accompany and to praise a ballet. But he is full of life, color and energy.

With the public so given as the own Filarmónica de Broolkyn and its director, the second part served so that Costello interpreted some versions for orchestra of some of its subjects that already comprise pop of the classic one. Again with their Steve faithful Snow, person in charge of some of the adjustments, to the piano, and the own Costello with the acoustic guitar, songs like "Useless beauty" or, once again, "Almost blue", turned the gigantic theater an intimate cavern in which the old angry young person made clear that to his 49 years he is a happy man, an artist in grace state.

ÁNGEL DE ANTONIO Elvis Costello cumple veinticinco años de carrera

Apoteosis de Elvis Costello en el Lincoln Center de Nueva York
ALFONSO ARMADA, CORRESPONSAL/

NUEVA YORK. El cantante y compositor británico Elvis Costello coronó el sábado en el Lincoln Center de Nueva York tres noches verdaderamente apoteósicas, en las que recorrió todas sus fuentes de inspiración artística, desde el rock más acerado al pop más lírico y ambicioso, desde las melodías para big-bang a la música sinfónica, y dejó la impresión, entre ovaciones y gritos de arrobo, de que está muy lejos de haber tocado techo.

Fiel a su tradición de rendir homenaje «a algunos de los más influyentes artistas de nuestra época», el Festival del Lincoln Center vendió todo el papel para las tres incursiones en la constelación de un músico que acaba de cumplir 25 años en la carretera. Abrió boca a lo grande el martes con el debut en Estados Unidos de la Netherlands Metropole Orchestra, con sus 52 intérpretes y su habilidad para sortear los escollos del jazz, el pop, la música para películas y la clásica. Acompañado por Steve Nieve, el pianista que escolta a este stajanovista de la música desde su primer «elepé», aquel lejano «My aim is true», de 1977, Costello y la formidable orquesta brillaron con luz propia con arreglos para big band y piezas más íntimas. En una asombrosa mezcla de Sinatra, Tony Bennet y But Bacharach (con quien Costello grabó en 1998 «Painted from memory»), el hijo del trompetista de jazz de clase obrera demostró por qué no le tiene miedo a nada. Reinventándose a sí mismo con cada nuevo disco de una carrera, que está lejos de concluir, y una excelente química con la orquesta, el público deliró cuando Costello reclamó su guitarra eléctrica para «Dust» y ante las explosivas versiones de «Watching the detectives» y, sobre todo, «Almost blue», como propina.

Euforia de los fans

Si el jueves fue el día en que los acomodadores del Avery Fisher Hall se las vieron y se las desearon para contener la euforia de los fans que se negaban a seguir sentados el recorrido que Costello hizo con The Imposters durante 145 minutos por buena parte de su repertorio, y el viernes volvió a probar su increíble resistencia y vitalidad, y clavó «Love that burns» y «Peace, love and understanding», el sábado acabó de darle la razón a un crítico que pidió para Declan McManus una placa que rece «Hombre del Renacimiento». Muy lejos queda aquel furioso rokero que decía que las únicas emociones que podía entender eran «la venganza y la culpa». La Orquesta Filarmónica de Brooklyn, con Brad Lubman al frente, interpretó durante una hora y diez minutos el primer trabajo sinfónico de Elvis Costello: la partitura que con lápiz y papel y durante diez agotadoras semanas escribió a partir del shakespeareano «Sueño de una noche de verano» para una compañía italiana de ballet. «Il sogno», que saldrá a la venta el próximo otoño en una grabación de la Orquesta Sinfónica de Londres, es una admirable vuelta de tuerca en su carrera. Con resonancias de Ravel, Chaikovski, Bernstein y Duke Ellington, el Costello compositor sinfónico mezcla estilos en la coctelera de su cabeza con una libertad y falta de prejuicios admirable, lo que a veces le lleva a incongruencias y a que la masa sinfónica, de una brillantez innegable, caiga en momentos fáciles que recuerdan a ilustraciones para una película del agente 007, aunque sí evidencia que no ha perdido de vista la intención de la obra: ilustrar, acompañar y ensalzar un ballet. Pero está lleno de vida, color y energía.

Con el público tan entregado como la propia Filarmónica de Broolkyn y su director, la segunda parte sirvió para que Costello interpretara algunas versiones para orquesta de algunos de sus temas que ya forman parte del pop clásico. Otra vez con su fiel Steve Nieve, responsable de algunos de los arreglos, al piano, y el propio Costello con la guitarra acústica, canciones como «Useless beauty» o, una vez más, «Almost blue», convirtieron el gigantesco teatro en una caverna íntima en la que el antiguo joven airado dejó claro que a sus 49 años es un hombre feliz, un artista en estado de gracia.