Santiago Mercurio, January 6, 2018

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Elvis Costello reaparece con una de las autobiografías más monumentales del último tiempo


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   Sebastián Cerda

Casi 800 páginas se tomó el británico para repasar su vida en “Música Infiel y Tinta Invisible”, un volumen que deja pocos vacíos sobre su trayectoria y que permite adentrarse en un mundo que, pese a su riqueza, ha solido estar a la sombra de otros grandes de su generación.

El mercado de las memorias musicales vive un período nutrido. Desde hace unos años, numerosos títulos se suman a la lista de publicaciones en español, y no pasa demasiado tiempo antes de que otro volumen llegue a las estanterías.

Morrissey, Bernard Sumner (New Order), John Lydon (Sex Pistols) y Zeta Bosio (Soda Stereo) son solo algunos de los que se han atrevido. Y aunque varios de ellos se adentran en su historia con pasajes cautivantes, revelaciones y versiones personales sobre procesos conocidos, probablemente nadie haya llegado tan lejos como Elvis Costello.

El británico arribó a las librerías chilenas este semestre con “Música infiel y tinta invisible” (Malpaso, $20.450), un enjundioso volumen que resalta por diversos aspectos, aunque en primer término no pueda obviarse el numérico: son casi 800 páginas las que el músico se toma para relatar su historia, desde su infancia hasta el presente.

No suena para nada liviano, aunque tras la cifra hay que hacer al menos un par de consideraciones: Una, que no hablamos de un ladrillo tipo Morrissey, quien entregó una autobiografía sin capítulos, ni nada que la oxigenara aunque fuera un poco; y dos, que se trata de un relato que los melómanos sin dudas atesorarán.

Para lo primero, contribuye sobre todo la renuncia al orden lineal. Costello no parte en la infancia para terminar en el presente: va y vuelve entre la niñez, la juventud y la adultez, según lo vaya requiriendo el relato o sus propias ganas de recordar.

Ello, sin embargo, no se traduce en un caos narrativo, sino en una opción algo más ágil y vertiginosa, que evita lo que sucede en innumerables biografías: La incómoda sensación de “¿cuándo viene lo bueno?”, mientras se avanza por páginas y páginas de recuerdos que no siempre constituyen un aporte.

Pero el puntapié, de todos modos, está en la niñez y en su familia, sobre todo en la figura del padre, Ross MacManus, un músico imbuido en la bohemia al que Costello acompañaba incluso a lugares de poca monta, escondido en algún rincón.

Allí comenzó el romance de Declan Patrick MacManus (su verdadero nombre) con la música, algo que terminaría definiendo al artista en que se convertiría. Tanto el eclecticismo de la banda en que se desempeñaba su padre como el material al que accedía gracias al trabajo de su madre (vendedora en una tienda de discos) lo formaron como un melómano de criterio amplio, capaz de maravillarse con una diversidad de nombres y corrientes.

Quizás de ahí venga un bagaje del que no reniega en su obra, incluso reconociéndose como un recolector de influencias, retazos y toda clase de materiales emanados de otros, que luego recicla a conveniencia.

De dulce y agraz

Una anécdota es reveladora al respecto: un día, Bob Dylan le lleva sorprendido la noticia de que U2 había cogido sin más su canción “Pump it up”, dándola vuelta hasta transformarla en “Get on your boots”. Pero a Costello no le preocupó6. En el fondo, hasta el propio Dylan tenía claro que el tema del británico venía de uno suyo (“Subterranean homesick blues”), y a su vez, ambos sabían que aquél se había inspirado en Chuck Berry (“Too much monkey business”).

No es la única cadena de influencias: Tom Petty, The Who y Joni Mitchell son otros de los artistas sobre los cuales Elvis Costello reconoce haber “trabajado” algunas de sus canciones.

Pero las claves musicales no son las únicas que aquí encontrará un seguidor del cantautor, ya que también aparecen puertas que se abren hacia su mundo lírico, siempre uno de los más crípticos en su obra.

También hay alusiones a andanzas con otros de sus contemporáneos, amén de Dylan. Paul McCartney, Bruce Springsteen, Neil Diamond, David Bowie, Van Morrison, Chet Baker, Johnny Cash y Roy Orbison son algunos de los aludidos, además de los integrantes de su banda The Attractions.

No todos los recuerdos junto a sus colegas son positivos. Con tono de mea culpa, Costello recuerda también una noche de borrachera en Ohio, en la que terminó lanzando epítetos racistas en contra de Ray Charles y James Brown, músicos hacia los que confiesa genuina admiración. El episodio, filtrado a la prensa, terminaría entregando al británico una lección que hoy valora, consciente de que su actitud contribuía a tensionar más que a apaciguar los climas.

Y aunque el humor agudo también forma parte de su narrativa, su lado más malhumorado parece haber quedado atrás. Sin embargo, eso no ha mermado su perspectiva crítica, que aquí también apunta a la industria discográfica, hasta el punto de poner en duda si vale la pena volver a grabar un disco.

Únicamente los conciertos podrían ser su vitrina en el futuro, aunque la sobredosis costelliana contenida en este libro sin dudas que contribuirá a saciar el hambre de sus seguidores, al menos por un tiempo.

Y para el resto, quizás aquí también esté la opción de cambiar de bando en lo que al británico se refiere. Esto, ya que suele decirse que este no es un artista de medias tintas y que el mundo bien puede dividirse entre quienes lo siguen, quienes no llegaron más allá de sus lejanos primeros discos y un porcentaje importante de personas que con suerte saben quién es.

Quien esté entre los primeros, aquí tendrá para regocijarse, y quien se reconozca entre los segundos, ahora podrá saber tanto de Elvis Costello como si llevara toda una vida siguiéndolo.

Costello no parte en la infancia para terminar en el presente: va y vuelve entre la niñez, la juventud y la adultez.


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El Mercurio, January 6, 2018


Sebastián Cerda reviews Música Infiel y Tinta Invisible the Spanish language translation of Unfaithful Music & Disappearing Ink.


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