MADRID.
Una compañía especializada en música clásica, Deutsche Grammophon, para empaquetar «Il Sogno» y un pequeño sello, Lost Highway, para remarcar el acento sureño de «The Delivery Man»: los dos nuevos caprichos de Elvis Costello sirven, por distintos caminos, de soporte para las inquietudes de un compositor que sigue empeñado en sorprender al oyente con giros inesperados, y en este caso simultáneos, sobre la superficie del mapa de pop, del que se vuelve a salir con «Il Sogno» —«mi disco definitivo de música “dance”»,bromea— y cuyas raíces trastea con «The Delivery Man», relato épico sobre el temor y la culpa y en el que han colaborado dos de las grandes damas de rock americano, Emmylou Harris y Lucinda Williams.
«El argumento de “Il Sogno” es el amor y el deseo, mientras que “The Delivery Man” trata del temor y del miedo, de lo mal que va el mundo en la actualidad... No hay dos Elvis Costello, sino distintos métodos para componer música alrededor de una idea», explica el cantante, que, dispuesto a seguir adelante con su imprevisible carrera orquestal, estudia estos días una oferta para componer una ópera basada en los cuentos infantiles de Hans Christian
Andersen.
Sin etiquetas El autor de «Almost Blue» rechaza la etiqueta de clásico que acompaña a «Il Sogno» —«es música de baile, pero realizada con una estructura y unos instrumentos diferentes a los habituales», dice—, pero también la del género en el que figura su obra desde finales de la década de los setenta: «Nunca he interpretado rock. Odio esa palabra, que además es muy sucia». Pese al giro hacia el folk norteamericano de mediados del siglo pasado que representa la fábula de «The Delivery Man», Elvis Costello asegura estar al tanto de las novedades del mercado.
«Escucho la radio y me interesa lo que hacen las bandas actuales, pero es natural que a la hora de componer termine haciendo la música con la que he
crecido. Haga lo que haga, mis canciones siempre sonarán a todo lo que oía cuando era joven. No tengo intención ni ganas de hacer música contemporánea, sino contar lo que llevo dentro, que, evidentemente, no es de ahora mismo. Sería absurdo que un señor como yo, a mis años, tratara de estar a la moda... Me limito a hacer discos tan buenos como los de hace veinte años».
Las últimas producciones discográficas de Elvis Costello, sujetas a un argumento fijo, como los viejos álbumes conceptuales, amenazan con devaluar
su prestigiosa firma de fabricante de éxitos, que desarrolló a través de memorables canciones durante la primera etapa de su carrera. «Todo eso lo hice ya, y creo que sería estúpido por mi parte volver a escribir piezas para que sonaran por la radio y las coreara el público en los conciertos. En la actualidad hay genios que hacen muy buenas canciones de éxito; si yo las escribiera, dejaría sin trabajo a profesionales como Robbie Williams».
Compuesto para una compañía italiana de ballet, la banda sonora de «Il Sogno» combina «todas las corrientes que desde hace años han confluido en
mi obra», dice Costello. «Sólo tuve que dejarme guiar por el coreógrafo para que sus consejos técnicos me permitieran plasmar y arreglar sobre el papel,
de forma más o menos ordenada, todas esas influencias del folk, el jazz o el blues». «The Delivery Man», en cambio, parte de una canción que Costello
escribió en el año 1986 para el malogrado Johnny Cash, un relato de un hombre atormentado que trata de confesar un crimen cometido en su infancia y en
cuyo camino se cruzan tres mujeres. «Llevo escribiendo esta historia desde entonces, y aún no está acabada del todo; sigo añadiéndole fragmentos que
seguramente estrenaré en la gira de presentación. Es un cuento de niños, pero protagonizado por adultos, sobre el temor y el inconformismo y con el
que trato de demostrar que en esta vida es preferible tener esperanza a tener fe», comenta Costello, que ha introducido en los versos de su nuevo disco,
interpretado por los Imposters, numerosas referencias bíblicas.
Después del esfuerzo desarrollado para poner en el mercado dos álbumes tan distintos como «Il Sogno» y «The Delivery Man», Costello se toma un
respiro y acompaña a su esposa, Diana Krall, en su gira europea. «No sé —advierte— qué haré cuando me ponga otra vez a escribir... Quizás ya no existan compañías de discos»
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