Buenos Aires Clarín, January 12, 2011

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Elvis Costello: "Apenas sigo mi instinto"


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   Jorge Fondebrider

En una nota exclusiva motivada por la edición de su gran último disco, el músico británico prometió visitar Buenos Aires con un show retrospectivo de toda su carrera.

Declan MacManus, conocido para la fama como Elvis Costello, es uno de los más interesantes y complejos músicos populares de la actualidad. Desde 1977, año en que se reveló al mundo en medio de la explosión punk de Londres, hasta hoy, grabó 33 discos bajo su nombre y participó en cientos de discos y conciertos ajenos, abordando todos los estilos musicales imaginables: desde la realización de los arreglos de un disco de su esposa, la pianista canadiense Diana Krall, a la interpretación de piezas del compositor contemporáneo John Harle, pasando por cantar junto con Bob Dylan, Chet Baker, Anne Sofie von Otter, The Chieftains, Los Lobos, Renée Fleming, The Jazz Passengers, el Brodsky Quartet, Ian Dury, Carole King, Sting, Allen Toussaint, Marian McPartland, Levon Helm y Bill Frisell, entre muchísimos otros.

Con motivo de la edición local de National Ransom, su último gran disco – donde hay extraordinarias canciones como "Jimmie Standing In The Rain"–, Ñ tuvo oportunidad de entrevistarlo telefónicamente. No fue una sorpresa comprobar que la misma energía, que exhibe en sus discos, sobre el escenario, conduciendo su propio programa de televisión o componiendo un ballet para una orquesta sinfónica, también estuvo presente en la charla, que se extendió a lo largo de casi una hora.

La mayoría de sus discos son muy distintos unos de otros. Usted ha compuesto todo tipo de música: pop, rock, rhythm & blues, country, folk, jazz e incluso música clásica. ¿Qué es lo que lo determina que vaya en una u otra dirección? En general, no soy yo el que va a las canciones sino que son las canciones las que vienen a mí. Nada más escribo lo que, luego, otra gente va a llamar de tal o cual manera. Pero para mí es nada más que música. Jamás me digo "ahora voy a hacer un disco de rock." Apenas sigo mi instinto.

De acuerdo, pero, por más instinto que siga, me imagino que usted será consciente de que está en una época de pop, de jazz o de cualquier otro género.

Por supuesto que cuando trabajé con Paul McCartney o con Burt Bacharach sabía de antemano para dónde podía ir la cosa. Paul es fundamentalmente un músico pop y no lo veo a Burt poniéndose a escribir rock’n’roll. Por mi parte, si estoy tocando con una banda de rock, es probable que lo que salga sea rock. Entonces, lo que es cierto es que muchas veces uno compone pensando en los músicos con los que va a tocar. Por ejemplo, grabé Secret, Profane & Sugarcane (2009), con The Imposters, músicos a los que conozco desde hace décadas y con The Sugarcanes, otros, del ambiente del country, con quienes prácticamente no había tocado. Hicimos una gira con ambos grupos para presentar ese disco. Nos conocimos, vimos que podíamos trabajar todos juntos y la pasamos bien. Cuando empecé a componer los temas de National Ransom, lo hice con todos esos músicos en mente. En uno y otro disco la cosa va por el mismo lado. Para decirlo sencillamente, ya había una frecuencia de onda instalada y, sin pensarlo, las canciones iban saliendo sin necesidad de cambiar de religión.

Usted es un compositor increíblemente prolífico. ¿Podría contarme cómo trabaja? Dicho de otro modo: ¿Qué viene primero? ¿La música? ¿Las letras? ¿Las dos cosas al mismo tiempo? Por lo general, parto de una idea mínima. Puede ser una idea musical o un par de frases que, con trabajo, se conviertan en el núcleo lírico de la canción. Todo el tiempo estoy anotando cosas que si no van en un lugar, van en otro pero que, tarde o temprano, terminan acomodándose en alguna parte. Las melodías no tardan tanto pero yo siento que la canción se constituye como tal cuando está la letra. Y cada letra pide un tipo de música particular que hay que saber descubrir. En mi caso, se trata de un proceso espontáneo que se da con toda naturalidad. Como le dije antes, sencillamente sucede. Dejo que pase, espero y al día siguiente hago los retoques necesarios. Ahí es donde interviene el oficio.

Muchas letras de sus canciones funcionan prácticamente como cuentos. ¿Tiene que ver eso con que usted sea lector? No sé. Cuando era chico y durante buena parte de mi juventud leí mucho. Pero ahora ya no. Supongo, de todos modos, que algo me habrá quedado de todas esas lecturas y que quizás eso me permita trabajar en función de una estructura. Creo que escribir cuentos y componer canciones son actividades que comparten al menos la necesidad de observar con atención lo que ocurre a nuestro alrededor. Con todo, creo que prestarles atención a las buenas canciones ajenas es lo que nos permite ponernos en serie con una cierta tradición. Ahí es donde uno encuentra muchas soluciones que a priori no parecen evidentes.

Ya que hablamos de literatura, resulta claro que en poesía, por ejemplo, siempre debemos tender a algún tipo de tensión que mantenga suspendida la incredulidad del lector, justamente para que siga leyendo. En el caso de las canciones tiene que pasar algo similar. Noté que, muchas veces, sus letras van por un lado y la voz con que usted las canta va por otro, lo que determina esa tensión de la que antes hablaba.

Creo que es así pero no soy muy consciente de eso. Hay un riesgo importante en ser completamente consciente de lo que uno hace y prefiero evitarlo para que el recurso no se convierta en un truco y ya no tenga sentido recurrir a él. Un compositor tiene que trabajar con ideas, situaciones y personajes. Un intérprete tiene que hacer con todo eso en el marco de una canción. Pero hay algo en el medio que ni uno ni otro tienen que saber del todo. Hay cosas que deben quedar libradas a la imaginación. Y ahí, por último, entra el que oye.

En National Ransom, hay varias canciones que remiten a los años treinta, durante la Depresión, o al tipo de canción que, a través del cine, uno asocia con ese período. ¿Por qué? Por un lado, es por el tipo de historia que se cuenta en esas canciones. Luego, por la época a la que he querido aludir al hablar de la crisis que hoy se vive en muchas partes del mundo y que, por momentos, se nos presenta como una suerte de Apocalipsis. Digamos entonces que la música remite a un cierto contenido político. De ahí que en las notas que acompañan a las letras le haya asignado a cada canción un lugar y una fecha precisas.

Como en el caso de "One Bell Ringing," donde se indica "Subterráneo de Londres, 22 de julio de 2005."

Que es la fecha en que la policía londinense mató a Jean Charles de Menezes, el muchacho brasileño al que se pretendió involucrar en los atentados de Al Qaeda. Ese muchacho pudo haber sido usted o pude haber sido yo. En una canción no puedo explicar cómo se llegó a eso pero sí corresponde que, en los términos más realistas, reflexione sobre la cuestión para tratar de entender en qué tipo de sociedad estamos viviendo y a dónde nos conduce esa manera de vivir. Y por supuesto, tratar de comprender cuál es nuestra idea de la justicia. Y entonces, volvemos atrás: yo no tengo el espacio suficiente como para escribir una novela. Tengo que tratar de decir todo eso a partir de una trama mínima y en unos pocos minutos, sin olvidarme de que también debo ocuparme de la música. Ya es bastante para un músico de rock, ¿no? En los últimos 25 años, trabajo con muchos productores pero en King Of America, Spike, Secret, Profane & Sugarcane y National Ransom -que son algunos de sus mejores discos- eligió a T Bone Burnett. ¿Qué le trajo él a su música? T Bone es también un compositor y un cantante. Por lo tanto, sabe en qué consiste el trabajo desde bien adentro, lo que le da absoluta legitimidad a sus consejos. Usted sabrá que he trabajado con muchos y muy buenos productores.

Nick Lowe, Mitchell Froom, Kevin Killen, para nombrar solo a los más conocidos.

Pero T-Bone tuvo la virtud de hacerme conocer a muchísimos músicos que yo ni siquiera sabía que existían y que él sabía eran perfectos para el tipo de canción que yo tenía en mente. Por otra parte, escucha muy bien y sabe qué hacer con cada canción. No se impone sino que interpreta aquello que uno no termina de poder expresar. T-Bone me ayudó a acercarme a ese sonido de los Estados Unidos profundos que siempre, desde la época en que descubrí a The Band, estoy buscando.

Ahí hay algo que nunca deja de sorprenderme. En las canciones de Richard Thompson, que es inglés como usted, siempre hay algo así como un relente al folk inglés. Usted es británico y, sin embargo, a la hora de acercarse a la música de raíz folklórica siempre recurre a los Estados Unidos y nunca a Gran Bretaña. ¿Por qué? Quizás porque, aún siendo eminentemente urbano, nunca me resultó atractiva la música folklórica de mi propio país. He notado que eso le pasa a mucha gente. Y piense que, por más que haya nacido en Londres, vengo de una familia de origen irlandés y la música irlandesa está más emparentada con la música tradicional estadounidense y con el country que con el folklore británico. Finalmente, sabrá que he vivido unos años en Liverpool y desde allí no se mira al interior de Gran Bretaña sino a lo que está del otro lado del Atlántico. Salvando las distancias y sin querer compararme, cuando los Beatles recurrieron al folk se sirvieron del de los Estados Unidos, country & western incluidos. Richard Thompson, que es un compositor y un músico extraordinario, probablemente tiene una relación menos problemática que la mía con el folk inglés. De hecho, fue el primer guitarrista de Fairport Convention, el grupo que inventó el folk-rock en Inglaterra.

Su conocimiento sobre los distintos géneros musicales resulta asombroso. Y su apetito por todo tipo de música lo hace completamente omnívoro. ¿De dónde le viene eso? Mi abuelo y mi papá fueron músicos profesionales. Cada uno, pasó por distintos estilos. Mi mamá trabajaba vendiendo discos en Selfridges. A la noche, en casa, cenábamos oyendo a Miles Davis y a Clifford Brown, o a Mozart y a Mahler, pero también a los Beatles y a los Rolling Stones, o a Aretha Franklin y a Otis Redding. Luego, mi papá, que pasó por un período psicodélico, me reveló a The Grateful Dead y mi mamá, a Neil Young. Todo eso pasaba mientras yo crecía entre el rock sinfónico, el folk y el punk. ¿Se entiende? De ahí en más, lo único que tuve que hacer fue elegir por mí mismo y, claro, seguir escuchando mucha música. Eso me permitió ver que, antes de los músicos que me gustaban había habido otros que les habían servido de inspiración. Bob Dylan, The Band y Joni Mitchell fueron fundamentales para mí pero antes de ellos estuvieron Hank Williams y George Jones, que fueron sus ídolos. Ahora también son los míos.

En Spectacle, su show televisivo, ha tenido la oportunidad de tocar con muchos de sus ídolos, y la mayoría eran estadounidenses.

Es que esa enorme oportunidad que me dio Elton John, el productor del programa, tiene que ver con que se hace en los Estados Unidos y en Canadá, lo que nos permite invitar a un gran número de músicos de esos orígenes. Salvo Steve Nieve y Pete Thomas, que son los músicos ingleses con los que siempre trabajo, todos los otros músicos son norteamericanos. De Gran Bretaña estuvieron Elton John, Nick Lowe y The Police, pero porque estaban de gira en los Estados Unidos. Tal vez en algún momento hagamos el programa desde Londres.

En ese caso, por favor, acuérdese de Ray Davies y The Kinks.

Ray, seguramente, será uno de los invitados.

Vino dos veces a la Argentina: una como turista y otra a tocar en un festival al aire libre. ¿Podemos esperar que, en un fututo próximo, venga a dar algún show en un teatro? Me gustó mucho estar en Buenos Aires y por supuesto que me gustaría volver. De hecho, querría hacer algo retrospectivo, que le permitiera al público recorrer las distintas etapas por donde transitó mi música. Me imagino ese tipo de show, con un set acústico, pero también con The Imposters haciendo los temas de mi época con The Attractions. Si no me equivoco, mi agente está haciendo esa negociación en este mismo momento.

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Clarín, January 12, 2011


Jorge Fondebrider interviews Elvis Costello regarding National Ransom and playing in Argentina.


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