Buenos Aires Clarín, March 26, 1999

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DESDE SU CASA DE DUBLIN, IRLANDA, ELVIS COSTELLO EXPLICA COMO HIZO PARA EVITAR EL FENOMENO DE LA CLONACION POP EN LOS NOVENTA.

"nadie quiere paracerse a un perdedor"


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En su primera entrevista argentina, el cantautor más certero de las últimas décadas habla de su alianza con el insigne Burt Bacharach, su visita como turista a la Patagonia y los pros y contras de ser un empedernido artista de culto al servicio de la canción pop.

"Felicitaciones, acaban de comprar ustedes mi peor disco" (Elvis Costello en el booklet de la reedición de su disco Goodbye Cruel World)

Es extraño. Por más que esté muy claro que no se trata de una fantasía marca Sorpresa y Media sino de una entrevista telefónica debidamente pautada no deja de ser raro descolgar el tubo y escuchar una voz que te dice al oído: "Hola, habla Elvis". Okey, Elvis está vivo, vive en las afueras de Dublín, tiene una mujer irlandesa que se llama Cate a la que ama desde hace diez años, lleva veinte años sacándole punta al lápiz de la canción perfecta (ha estado cerquita del Everest muchas, muchas veces) y, fiel a su condición de fantasma, Elvis fue visto el año pasado de vacaciones por la Patagonia. Hecho: un turista japonés lo reconoció en Ushuaia ("Uyueia", dirá Elvis) y le pidió que le firmara su ejemplar del álbum Trust.

Así que ya lo ven, che, el maravilloso mundo de la música pop es pura fantasía. Elvis, ese nombre definitorio de la segunda mitad del siglo XX, puede discar a Buenos Aires, decir "hola" y que habla EL porque, es verdad, el super hombre ese de patillas y pastillas, lentejuelas, kilos de más y la alguna vez cintura de América reencarnó en 1977 en… Elvis. Y si la otra vida le deparó un glamoroso destino de sex symbol, cumpliría su karma en esta segunda venida encarnando en un inglesito miope, anti héroe a los gritos, que a falta de pelvis mostraría al mundo su particular (y torpe) paso: una especie de twist del pie plano para acompañar coplas del calibre de "A veces creo que el amor es un tumor, hay que arrancarlo" ( de "Lipstick Vogue", 1978).

"Hola, habla Elvis", la voz viene envuelta en el mismo género áspero (nasal) de las canciones que conocimos en los vinilos y los cedés después. Okey, Elvis está vivo. Y desde hace 22 años se hace llamar Costello.

La escena transcurre en un pub de St Peter's Square, Londres, y pertenece a la colección 77 del semanario New Musical Express. Documentada con clase por el periodista Nick Kent, narra el casual encuentro entre una ejecutiva del sello Island y el recién encarnado Elvis. Ejecutiva: Me gustaría saber qué es lo que te hace tan odioso. Elvis: Oh, soy cabalmente despreciable. Ejecutiva: ¿No tenés amigos? Elvis: Absolutamente ninguno. Ejecutiva: Basta, ustedes son todos iguales. Sos tan aburrido... Elvis: Sí, exacto, eso es. Soy absolutamente aburrido. Si algo no le ha faltado al otro Elvis es la capacidad para asociarse con grandes amigos de la música. Apariciones aquí y allá con gigantes de la talla de Van Morrison, Neil Young o el trompetista de jazz Chet Baker. Un disco de alta sensibilidad y bajas ventas con el Brodsky Quartet, la exquisita combinacion con Brian Eno en un soundtrack de X Files (la serie), una gira con Dylan y dos hits insoslayables escritos codo a codo con Paul McCartney ("My brave face" y "Verónica").

Y, ahora, el cenit de su carrera aliancista: Painted from Memory, el álbum de flamante edición argentina que firmó a la par de Burt Bacharach. Burt, un joven señor de setenta años que escribió muchísimas de esas melodías que al estar en boca de todos tanto tiempo se han vuelto anónimas ("Gotas de lluvia sobre mi cabeza", esas). Un ícono del cool que ha sido rescatado por el retro cocktail, Noel Gallagher (los Oasis lo exhiben como un santo en el arte de Definitely Maybe), Mike Myers (le dio un cameo en Austin Powers) y el internacionalista club pop japonés.

Pero Elvis, aquel angry young man (joven iracundo), no se siente al frente de ninguna vanguardia kitsch aunque haya llegado más lejos que todos en la reinvidicación del viejo (y bueno) Burt. "Entiendo que toda esa idea de easy listening o música de ascensor es atinada pero no puedo dejar de ver una lectura irónica en todo eso, y la verdad es que Bacharach nunca funcionó de esa manera para mí porque crecí con sus canciones."

_ Alguien escribió "El día que Costello se convirtió en su padre" cuando debutaron en vivo...
_ Imposible. Las canciones de Bacharach, los discos de Dusty Springfield y el soul de Motown me sirvieron para diferenciarme de mi padre, que se hacía el hippie y andaba por la casa con discos de Jefferson Airplane y Greateful Dead.

_ Mientras que tus colaboraciones tienen cierto sabor a homenaje, el rock de los noventa todavía no alumbró un tributo a Elvis Costello. ¿Es esto bueno o malo?
_ Quién sabe. No los culpo. Nadie puede tener la intención de copiar una carrera errática. Nadie quiere parecerse a un perdedor.

Volvamos al principio. Antes de sumar en la saga de personajes dickensianos de la generación punk (Juanito Podrido, Sid El vicioso, Billy Idolo y los demás), Elvis era Declan McManus, operario de computadoras ("Jamás mandé un e-mail ni navegué en Internet", dice ahora) , casado, con un pequeño hijo. La biografia menos In para lo que los tiempos estaban reclamando. Sin el sex appeal necesario para despuntar como estrella teen ni la estampa de un performer nihilista, el otro Elvis exhibía la frustración madura de un empleado gris antes que la romántica supervivencia del cheque de desempleo. Las palabras revancha y culpa escritas en letras capitales en la frente, Costello y sus Attractions elaboraron un plan de honestidad brutal en tres discos (ver discografía) que mostraron al mundo a un cantautor autodidacta al comando de una banda particularmente tensa. La base: un adúltero con esquirlas de educación católica en pie de guerra contra el fascismo político y "emocional".

Una carta de la época escrita por el rockólogo Simon Frith a la revista Creem definió para siempre el status del otro Elvis. "Costello no tiene mucho de punk pero es uno de esos obsesivos del pop sobre quienes se edifican cultos." Pues eso fue, dieciocho discos después, lo que pasó con Elvis. El extraño caso de un artista de culto que, curiosamente, ha dedicado su vida a la reconocible fisonomía verso/coro/verso (a veces despojada, otras barroca) heredada del pop sixtie y la canción jazz de Cole Porter. Y a boicotearse a sí mismo con golpes de timón inconvenientes. Y a escribir canciones de amor des-pia-da-das y antipáticas.

_ Te molesta que te llamen artista de culto…
_ Al principio de mi carrera, sí. No porque soñara con vivir como una estrella sino porque creía un acto de justicia que mi música fuera oída por la mayor cantidad de gente posible. Mirando hacia atrás veo que para que eso hubiera sucedido tendría que haber abandonado ciertas ideas que, por suerte, llevé adelante. No podré firmar los mismos cheques que U2, pero estoy muy conforme con lo que hice.

_ Con haber escrito "¿Fue un millonario el que dijo imaginen que no hay posesiones?" (de Mighty Like a Rose, 1991), por ejemplo…
_ Es obvio que amo a John Lennon. Pero sigo pensando que "Imagine" es una canción irresponsable. No estoy arrepentido.

Irlanda es el lugar que Elvis eligió como exilio frente a un triángulo de amor y odio en el que hicieron vértice su mujer Cate y Margaret Thatcher. A la primera la siguió hasta su cuna y de la segunda prefirió olvidarse para siempre. "Nadie fue más lejos en el avasallamiento de la dignidad de las personas. Y no te hablo en un plural vago, hablo de lo que esa mujer hizo con mi familia."

- Habiendo sido un activista del laborismo, ¿no sentiste la necesidad de volver a Inglaterra cuando gano Blair?
- La realidad es que no, estoy bien en Dublin y hasta donde yo sé ningún gobierno socialista se instaló en Londres.

En 1982 Elvis escribió una canción por encargo para el artista avant garde Robert Wyatt. La colaboración devino en "Shipbuilding", cuya letra se hacía eco de la guerra de Malvinas. "El espectáculo patético de dos gobiernos llamando a la guerra para salvar su decadencia... La gente no hizo esa guerra y por eso creo que 'Shipbuilding' tuvo exito. Justamente, contaba una historia que aludía a la guerra desde un lado imperceptible"

Así nomás. Como lo dice el otro Elvis, "Shipbuilding" contaba la historia de un padre que trabajaba horas extras en el astillero del reino para fabricar el barco en el que, sin saberlo, su propio hijo terminaría yendo a la guerra.

Se cansó Elvis, allá por mitad de los ochenta, del personaje que le había tocado. Sintió que "el iracundo" empezaba a perder espontaneidad y que su veneno ya era más una construcción mental que otra cosa. Pero no se despega tan fácil uno de semejante nombre. Se es Elvis para siempre. "Llegué al punto en el que hasta mis amigos mas íntimos me llaman Elvis. Es mi marca en el sistema capitalista y además no me hace pensar en una juventud perdida. Si ves una foto de Elvis Costello en 1980 y me ves ahora, no hay diferencias. No tengo el problema de...Robert Plant. Y ya no pienso en volver a mi nombre original."

Habrá que decirle "Adiós Elvis", entonces, y colgar. Que raro

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Clarín, March 26, 1999


Clarín interviews Elvis Costello from his home in Dublin.

Images

1999-03-26 Clarín photo 01.jpg
Crease o no, este señor de gafas y buenas canciones estuvo de turista en Argentina el año pasado. sin repetir y sin soplar, Elvis, lugares de la Patagonia. "Calafate, Río Gallegos, Uyuheia". Aprobado.

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