— Acaba de filmar los primeros capítulos de Spectacle, su propio programa de entrevistas. ¿Cuál sería la primera pregunta que se haría a sí mismo? — (risas) Bueno, la idea de Spec-tacle es que sea un contraste res-pecto a las típicas entrevistas. Normalmente no les hago a los invitados las preguntas más ob-vias. No suelo preguntarles por los comienzos de su carrera, a no ser que sean ellos los que lo men-cionen en algunas de sus res-puestas. Intentamos hablar de co-sas que sean importantes para el invitado: la música que escriben, experiencias que han tenido, pero no necesariamente abarcan-do cada momento de su carrera. El tipo de personas que tenemos de invitados han contado su his-toria miles de veces, así que pen-sé que sería más interesante abordar otro ángulo Sorprenden-temente, puedes aprender mucho sobre alguien si le dejas hablar de aquellas cosas que le entusias-man. — ¿Usando ese método le está us-ted diciendo al mundo que ya está cansado de las mismas aburridas entrevistas? — Cuando la gente se encuentra contigo por primera vez tiene las mismas curiosidades que otra mucha gente, es comprensible. Claro que es complicado dar la misma respuesta una y otra vez con el mismo entusiasmo y la misma ingenuidad. No me queda nada nuevo que decir acerca de la primera fase de mi carrera ex-cepto que ciertas canciones que compuse hace treinta arios si-guen formando parte de mi re• pertorio. No hay nada que me produzca nostalgia; estoy más interesado en el momento que vivimos y en el que vendrá que en mirar atrás. — Eso me recuerda a algo que us-ted dijo hace unos años: «Nadie tiene ni idea de lo que hago ahora. Si me atropellara un autobús hoy mismo, seguro que las radios se-guirían poniendo Oliver's Army en mi memoria». ¿Cree que su tra-bajo reciente ha ganado más re-conocimiento desde que dijo eso? —¡Creo que en Inglaterra la cosa ha empeorado! Por suerte, Ingla-terra no es el mundo entero. Di-ferentes discos míos han sido exitosos en diferentes países, así que no tengo la misma historia en cada lugar. Por ejemplo, no llegué a tocar en España hasta fi-nales de los años 80, y creo que no llegué a tocar en Madrid has-ta los 90. Y ahora voy a Canarias, donde nunca habla tocado antes. Lo genial es que me quedan mu-chos sitios donde tocar, y en cada uno de ellos es como si estuviera en los comienzos de mi carrera de conciertos. Es muy excitante, porque puede que la gente allí sepa algo de mi, pero aún no ten-go la más mínima idea de qué
será lo que les interesa de mi mú-sica. Puede que sólo conozcan una canción, o que las conozcan todas, o que sólo conozcan mi parte rock, o las baladas... — Poco antes de publicar Momo-fuku, su último trabajo, llegó a de-clarar que no haría más discos. ¿Iba de farol, o realmente pensó en dar carpetazo a su discografía? —No quise dar la idea de que no iba a escribir más canciones, nunca se me ocurriría decir eso. Lo que pasa es que no le veía el sentido al proceso que se acciona después de la publicación de cada disco. Realmente llegué a pensar que era más sencillo y efectivo hacer llegar mis cancio-nes a la gente tocándolas en los conciertos. Sigo sin poder ganar-
me la vida con la venta de mis discos. Digamos que mis graba-ciones son como un boletín de las actividades que hago en mi vida. — Y para rematarlo todo, tampo-co es que le guste mucho el CD como formato. —De aquí a dos años se habrá quedado obsoleto. La gente man-tiene sus vinilos porque real-mente suenan mejor que cual-quier otra cosa, especialmente cuando hablamos de rock and roll. El CD no es superior', ni mu-cho menos, y los MP3 suenan in-cluso peor que los CDs. El reto es conseguir que el formato digital alcance la misma calidad que la música que está siendo grabada en el estudio, de lo contrario no
tiene sentido hacer grabaciones. — Precisamente, el productor T Bone Burnett, con quien ya ha trabajado en otras ocasiones, ha creado un sistema llamado CODE con ese objetivo, y su intención es incluirle a usted entre los prime-ros que publique en ese formato de sonido revolucionario. ¿Le atrae la idea? — Tenemos planes de publicar algo en ese formato, pero hay varios factores que han de satis-facerse antes de que podamos llevarlo a cabo. Lo excitante del futuro es que nos estamos plan-teando muchos cambios en la forma de editar música. En lu-gar de seguir haciendo las cosas de manera rutinaria, es el mo-mento de examinar cosas como
el Code. La gente se queja de que los discos son muy caros. Una de las razones para que los dis-cos no valgan el dinero que se pide por ellos es que no suenan tan bien como deberían sonar. — Pese a todo, ¿Le compensa te-ner un nuevo disco en el mercado? — La verdad es que he cambiado de opinión muy rápidamente, de no querer grabar a darme cuenta que el disfrute de hacer un disco compensa incluso mi poco entusiasmo por el proceso de tener que venderlos y verme forzado a hacer cosas estúpidas que nada tienen que ver con la música. Momofuku se hizo en menos de una semana, y eso no es nada común. No es que usára-mos un truco mágico. Simple-
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