Ruta 66, June 1986

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Ruta 66

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Sabor amargo

Elvis Costello

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   David S. Mordoh

Su mirada (decepcionada, amarga y un tanto insultante) lleva años acusándonos desde discos ineludibles. Su concepción musical contribuye a levantar los cimientos de la nueva-ola y sigue vigente, adelantándose al tiempo con una tozudez encomiable. Pero Elvis Costello ha agotado ya su potencial sorpresivo. Es ya todo un clásico. El Rey del Pop Adulto. DAVID S. MORDOH se encarga de darle brillo a su corona.

Vamos a ver, "por dónde podríamos empezar? Ah sí, lo del nombre. No es que yo tenga nada contra alguien con un nombre extraño, pero podría tener algo contra quien le bautizó.

Curioso eso del nombre y las preconcepciones. ¿Sales con una mujer llamada Eustaquia? No jodas, no puede ser, tú NO PUEDES SALIR con una tipa así. ¿Y qué culpa tiene ella? Es guapa y simpática. Con llamarla cariño o querida podemos ir tirando... Que no, que no lo entiendes. Piensa en tus compañeros a la hora de las presentaciones: aquí Eustaquia, una amiga. Apuesto a que no los vuelves a ver y por mucho que el nombre sobre el papel carezca de importancia, con el paso de los años —el colegio, el pitorreo diario al pasar lista, el desprecio creciente de los demás— la cosa va quedando cada vez más clara, hasta llegar al punto de ver a una persona cruzarse en tu camino y pensar para tus adentros: ésta como mínimo se llama Eustaquia.

La introducción se debe al disco nuevo que tengo entre mis manos. Una portada curiosa para una cara más curiosa. Esa mirada tras las gafas de montura casi redonda, triste y cínica al mismo tiempo, como sabedora de que ha sido desposeido de su dignidad por el grotesco gorro real que la cobija. Es la mirada de alguien que no está de vuelta de todo, pero sí de vuelta de algo, lo suficiente como para olvidar el sentido del ridículo y aparecer de ESE modo como un LP titulado "King of America". ¿Se les puede imaginar como rey de los USA? Bueno, es que encima ni son monárquicos allí. Lo cual solamente puede significar dos cosas: o es un imbécil o se está riendo de algo y de alguien. No sería nada extraño lo primero si tenemos en cuenta que se llama —atención, atención— Declan Patrick Aloysius MacManus. ¡Y yo que creía que habían pensado mi nombre en un día de mala uva! ¿Seguro que no es un invento de Monty Python? Sinceramente mejor no insistir po este camino. Aclararemos tan solo que se conoce universalmente como Elvis Costello.

KING ELVIS

Tranquilo, sólo era un primer folio trivial: estoy totalmente de acuerdo en que la persona y obra de Elvis Costello requiere un tratamiento mucho más serio que el de cualquier otro artista funcionando en la actualidad. Lo malo es que lo serio a menudo degenera en aburrido, cuando no en panfletario. El artista. Su carrera. Las anécdotas. Sea cual sea el método para ligarlo todo con perspectiva, en el caso de Costello hay que manejar los conceptos con mucho tacto. Medir cada palabra. Paladearla. Desnudarla de su significante y significado y volver a vestirla con sumo cuidado para que nada se eche a perder

No es extraño pues que en los países de habla no inglesa este pequeño monstruo de la composición apenas haya cuajado. Su arma secreta se esconde en el manejo del idioma, en la riqueza de su vocabulario, en decir las cosas con arte y a la vez con corazón. Canciones que rara vez pasan de los 4 minutos y que a veces no llegan a los 2. Canciones directas en su desarrollo pero de trasfondo complejo. Incluso los ingleses tienen problemas para descifrarlas, creándose una aureola alrededor del autor capaz de asociarlo a los grandes cerebros del rock. Elvis no obstante mantiene el control: odia que le comparen a Dylan, porque él no es —e insiste en ello— un portavoz generacional. Escribe lo que le acude a la mente sin pretender alienar a nadie y, si la gente se siente asociada a alguna idea planteada en una canción, es un problema que a él no le tiene porque afectar. Y tampoco está de acuerdo con quienes vieron en él al poeta del punk, aún siendo consciente de que jamás hubiese salido a flote en otra época, cuando las independientes no pasaban de lo marginal y el dominio correspondía a los discos de presupuestos desorbitantes.

CREOLE COSTELLO

El punk y él se avinieron de todos modos. Ambos se necesitaban. Tanto que en paises como en España aún creen que Elvis pertenecía a aquella movida. Compartían la rabia y la desesperanza, es verdad, pero el punk quería terminar con aquello por la via brutal porque se enfrentaba a una situación global, mientras él se regocijaba en su pena al tratar situaciones más personales: acabar con la reina (Pistols en "God save the queen") o adabar con la chica que le arrincona por una serie de televisión (Costello en "Watching the detectives"), dos formas de sublevación contra lo establecido, una atacando lo social y otra lo emocional. El punto de convergencia de ambos era el de sus relaciones con el show biz: Elvis llegó a tener un librito muy temido en el que fichaba a quienes abusaban de su cargo, hasta el punto de inspeccionar persbnalmente la lista de invitados de sus conciertos para averiguar quien había recogido la entrada y quien no se había presentado (o la había regalado, e incluso vendido, al amigo de turno). ¿Neurótico? Si el rock en su esencia es el vehículo de la frustación, éste debe ser el hombre más rockero del universo.

Y el más prolífero, 160 canciones en forma de LP (contando recopilatorios), más alguma editada solo en otro formato. Casi todas composiciones propias si quitamos las 12 de' "Almost blue", 2 de "Get happy", 3 de "Ten bloody marys", 1 de "Cruel world" y 2 de "King of America". ¿Hacemos números redondos —por si me dejo algo— y lo dejamos en 140? Sigue siendo una bestialidad para 9 años de discografía. La mayoría de ellas cortadas por un patrón común: poco minujate, texto largo, nada de solos, desesperada ansiedad comunicativa y 4 instrumentos escuetos aunque de versatilidad infinita, casi milagrosa (porque merece calificarse de milagro el que 4 músicos apenas se repitan en tantas canciones con la eterna estructura del pop basada en verso y estribillo). Por consiguiente, cabe fijar buena parte del secreto en el grupo que le ha arropado, The Attractions.

ANTES DE LAS ATRACCIONES

El señor Costello antes del éxito ya es un individuo especial: londinense nacido en 1954 de sangre mitad irlandesa, progenitores de Liverpool, padre cantante en la orquesta de Joe Loss (con algún disco en España), hijo único, casado desde los 20 y con un hijo, trabaja cómodamente cambiando cintas en la computadora de una empresa. Un horizonte sedentario en 1976 con tan solo 22 años. Vivió intensamente el pop sesentista y está enamorado de la vida y música de Gram Parsons (aunque cuando se le preguntó una vez si deseaba correr la misma suerte que su ídolo, tirado de una sobredosis en un hotelucho, respondió que a él le correspondía otro tipo de muerte como por ejemplo ser atropellado por un autobús).

De su padre aprendió como funciona por dentro el negocio musical. Y aprovechó la oportunidad —por irrisoria que entonces pareciese— al crearse el sello Stiff. Su único curriculum hasta entonces había sido el grupo de bluegrass Flip City, algo así como la banda de la casa del Marquee durante cierto tiempo. Elvis —entonces aún Declan— le enseña unas cintas acústicas a Jake Rivera, fundador de Stiff junto a Dave Robinson, gracias a haber conocido un par de años atrás en un concierto en Liverpool a Nick Lowe cuando éste formaba parte de Brinsley Schwartz. Aunque tarda algo en gustarle al jefe, firma contrato a principios de 1977.

Lo primero que hace Jake es proponerle un cambio de nombre. El apellido lo encuentran en el árbol genealógico materno. Lo de Elvis se propuso casi para provocar. Quién mejor podía atreverse a parodiar al rey Presley que un personaje de imagen completamente opuesta a él? Feo, con gafas, poco sexy, dubitativo en vez de autoconvencido, lo único que juega a favor de este Elvis es el profundo conocimiento de los valores capitales del rock & roll. No hay más que verle en la portada del primer LP "My aim is true" para percatarse de que, con su imagen bordeando lo estúpido, enmarcada entre unos cuadritos subversivos insistiendo que 'Elvis is king' y con el título avisando "Mis intenciones van en serio", este personajillo ha de ser tenido en cuenta. Se completa la estrategia mediante una campaña publicitaria de lo más audaz, con posters troceados —en plan puzzle— en diferentes publicaciones y frases tipo "Ayúdanos a levantar a Elvis" o "La realidad nunca fue tan buena como esto". Sólo la inteligencia es capaz de suplir al dinero cuando éste falta, y en Stiff hacen todo por divertir (desde marcar las referencias con letras BUY o SEEZ hasta bautizar la productora de Nick Lowe como Keepitasahobby Prod.)

"My aim is true" es el descubrimiento de un talento en bruto. Le acompañan los americanos Clover con un sonido sin pulir, dando prioridad a la convicción de Costello para decir lo que quiere. Un chico resentido. Por entre una telaraña de R 8. B rústico escupe purulencias de heridas del corazón mal curadas. Y lo hace desde varios prismas: sinceridad casi humillante por su confesión de ineptitud sexual en "Miracle man" ("¿Por qué tienes que decir que hay siempre alguien que lo puede hacer mejor que yo? ¿No crees que sé que andar sobre el agua no tiene porque convertirme en un hombre de milagros?) sinceridad para confesar el desastre de su primera aventura sexual en "Mystery dance" (Elvis usa mucho dance como parábola de sex), sinceridad y rabia en "I'm not angry" ("Tú arriba con un amigo mientras yo confinado aquí a escuchar/ Oigo como le llamas/ Oigo el titubeo de la admisión/ Podría oirte susurrando mientras me arrastraba rondando tu puerta/ O sea que has encontrado otro chistoso que te pueda satisfacer más/ No estoy enfadado/ Ya no estoy enfadado") y sinceridad resignada en "Allison" ("Qué extraño es verte después de tanto tiempo, chica/ y por como me miras puedo entender que no te impresiona/ He oido que dejas que aquel pequeño amigo mio te quite el vestido de party"). Como la vida misma, Costello prefiere cantar a la amargura de amoríos desdichados que a la fortuna de los felices.

LAS ATRACCIONES

Sin embargo no consigue quitarse la etiqueta de baladista de la new wave antes de formar The Attractions. Pete Thomas bateaba para Chilli Willi & Red Hot Peppers hasta que fue a USA a ganar dinero. Riviera (ex mánager de los Peppers) se acordó rescatándole del grupo de John Stewart. Bruce Thomas —no son parientes— era el bajista de Sutherland Brothers & Quiver y Moonrider. Steve Nieve no tenía experiencia teclística profecional pero poséia amplios estudios musicales. Debutan con "Watching the detectives", una de las claves musicales de aquel 1977 que, sobre un reggae cacerolero —el órgano ramplón de Nieve obtiene efectos geniales—, cuenta como una pareja está delante del televisor con "Starsky & Hutch", como la chica se va desentendiendo de él dejándolo en un plano inferior —"se pinta las uñas mientras dragan el lago"—, y como él se siente marginado dándose cuenta de la miseria de sus vidas. La tensión sube hasta llegar al punto de desconcertar al auditor —"sólo hizo falta mi pequeño dedo para fulminarte"— que no sabe si la víctima es la protagonista de la serie o la compañera del televidente.

No fue incluida en la copia inglesa de "Aim" pero sí en la de otros paises. Son dias discográficamente turbulentos. Riviera monta Un show a la salida de una convención de CBS con Elvis tocando en la acera del hotel ante gente de la talla de Matthew Kaufman (mánager de Jonathan Richman), Herb Cohen o Walter Yetnikoff. Al mismo tiempo los roces con el socio Robinson degeneran en la separación de Rivera formando Radar Records. "Detectives" vuelve a incluirse en el LP que inaugura su singladura con Attractions, "This years model"

Sin duda alguna su mejor álbum. Absolutamente vital. Avasalla por la urgencia que desprende, Temas cortos que se suceden inapelablemente, desde la primera frase de un feroz "No action" ("No te quiero ver porque no te echo tanto de menos") hasta el "Night rally" final contra la amenaza de la ultraderecha ("escriben vuestros nombres en el libro olvidado/ sé lo que están haciendo pero no quiero mirar/ cresis que son tontos/ creéis que son divertidos/ pero esperad a que os tengan corriendo en su tropa nocturna"). El meollo del disco se centra esta vez en la inconsciencia del consumismo —en la función sedante de las modas en nuestro sistema social— sin olvidar los rencores amorosos. "This year's girl" pone el dedo en la llaga ("un destello brillante puede dejar señal en la chica del año/ te ves a tí mismo revolcándote en la moqueta con la chica del año") para dis- gustó del feminismo y de las grandes marcas tipo Fiorucci. "Hand in hand" contiene frases de impacto ("no pidas que me disculpe, yo no te pediré que me perdones"). "Chelsea" vuelve a insistir que los resultados de la moda son individuos fabricados en serie ("ella es la modelo del año pasado/ la llaman Natasha pero se parece a Elsie/ yo no quiero ir a Chelsea", personajes del film "Smashing time"). Más o menos lo mismo, con algo de hincapié en el sexo, es lo que esboza er "Lip service" ("Servicio labial es todo lo que conseguirás de mí) y "Living in paradise" ("más tarde en la velada/ cuando los arreglos se pactan/ estaré en el ojo de la cerradura de tu dormitorio/ ../ crees que no conozco al chico que está tocando/ pero estaré en el video y vigilando"), hasta llegar al tema estelar del disco, un "Lipstick vogue" con Attractions pisando gas a fondo y Costello inspirado y épico, Como el Dylan de los mejores tiempos trasplantado a 1978 ("no digas que me quieres cuando es solo un rumor/ no digas una palabra si hay cualquier duda/ a veces ereo que el amor es un tumor/ que hay que extirpar/ .../ a veces casi me siento como un ser humano/ no eres otra boca perdida en la moda de la barra de labios").

El gran problema a partir de este disco iba a ser no caer en la espiral que ellos mismos denunciaban: sin casi quererlo ahora eran moda. Elvis Costello convertido en el Bruce Springsteen de los ingleses, y con la ventaja de no repetirse romantizando la calle, la noche o el Cadillac. ¡Quién lo diría unos meses atrás! Solo que el chico no está hecho para las grandes empresas. Los problemas de 1979 se encargaron de demostrarlo. Ya desde el principio, con la tempranera edición de "Armed forces" apenas entrado enero: un LP más accesible pero menos directo que el anterior, fabricado bajo el síndrome del éxito, dominado por un lenguaje bélico —querían titularlo "Emotional fascism"— hasta en los temas más triviales.

Pasando por alto que es bastante tibio, provoca confusión en textos como la historia de mercenarios de "Oliver's army" ("solo hay una pulgada al gatillo/ una viuda más/ Un negro menos"), "Sunday's best" ("escucha a la gente decente aunque los trates como corderos/ ponles botas y caqui/ culpa de todo a los negros") o "Two little Hitlers" ("dos pequeños Hitlers pelearán hasta que uno haga los deseos del otro/ Volveré/ No me quemaré"). Es tal vez la misma confusión que sacude a Elvis —un posible lio con la atractiva Bebe Buell— y le lleva a reacciones inusitadas como la que le costó la repulsa de los media nortea- mericanos: fue cuando coindició con la troupe de Stephen Stills y, medio borracho intentó deshacerse de ellos y de una estúpida discusión (sobre música americana versus música inglesa) diciendo que artistas como Ray Charles no eran más que negros. Aquello le costó un puñetazo de Bonnie Bramlett —o de un roadie de Stills— y grandes titulares. Elvis no respondió en principio. Dejó pasar el tiempo. No estaba dispuesto a una guerra dialéctica con personas que necesitaban el escándalo mucha más que él ("Esta mujer se ha hecho famosa gracias a un EC —Eric Clapton— y no conseguirá publicidad a costa de otro"). Al fin y al cabo tenía reputación de participar en todos los festivales benéficos, y más si era por causas antiracistas. Una cosa sin embargo queda patente: jamás volvió a ser el mismo.

ATRACCIONES POLIFACETICAS

Analizar el periodo 1980-83 de Elvis Costello & The Attractions supone hurgar en su filosofía. Irumpieron el mercado a modo de embestida. Ayudaron a poner un poco patas arriba la hasta entonces supercontroloda industria del disco. Apoyaron a quienes se lo merecían con buen criterio, despreciando a otros. ¿Ejemplos? Son de los grupos más aprovechables para coleccionistas, con LPs alterados, piratas, discos estrictamente promocionales, singles remezclados, portadas retocadas, vinilos de colorines, cambios en las segundas caras o canciones editadas en discográficas diferentes. Costello por su parte ha producido a Clive Langer (más tarde productor y coautor de "Shipbuilding"), a Specials, Mental As Anything, Squeeze y Pogues. En cambio ha rechazado aparecer —aunque años después cedería— en portada Para Rolling Stone y Newsweek ("No quiero convertirme a su pequeño club. No quiero ir a Roxy para que me vean con Linda Ronstadt"), ¿Qué pudo inducirle a grabar un LP inspirado en el soul?

Su convivencia con el género desde pequeño. Y un estado anímico determinado —Radar es absorbida por WEA y tienen muchos problemas para editar "Get happy" con F-Beat, hasta claudicar con la multinacional— capaz de provocar deseos de musicar más su rabia (Springsteen hizo lo mismo en "The river" meses después). El resultado es un LP de 20 canciones cuya densidad requiere paciencia hasta su total asimilación. Influencias de las sesiones con Specials en "Human touch", de la Stax ("Beaten to the punch"), Atlantic ("I can't stand up") o Motown ("Love for tender") con un respaldo tan eficaz como aquellos MGs que acompañan a Booker T. ("B, Movie", "Opportunity" o "Temptation" como muestras). Con tal caudal compositor, no es hasta después de algunas senanas que empiezan a calar hondo —y están situadas Una detrás de otra— "King horse", "Possession", "Man called uncle", "Clowntime is over", "New Amsterdam" y "High fidelity", cada una de ellas rica en acordes y frases inolvidables ("mi maleta está hecha/ me voy antes de la violencia/ todas las lágrimas de un silencio" en "Possession", o "aunque parezca estar en casa, me siento como en exilio" en "New Amsterdam").

Por mucho que las cosas pareciesen volver a la normalidad con "Trust" en enero de 1981, no desapareció la sensación de inestabilidad. Elvis luce en la portada como universitario aplicado. La foto del reverso con los Attractions trajeados de orquesta de baile. La música más reposada, sobre todo debido a los arreglos. Siguen los textos feroces aunque sin tanta malicia. ¿Temas destacables? Volvemos a lo mismo: con 14 para elegir la cosa anda difícil, Tal vez la sencillez de un "Watch your step" con suspense de espionaje, el trote de "Strict time", el desarrollo impecable de "New lace sleeves" ("amantes malos frente a frente por la mañana/ gritando excusas y arrepentimientos corteses/ bailes lentos que no han dejado satisfecho a ninguno/ miradas mediocres y bostezos indiscretos/ buenos modales y mal aliento no te llevan a ninguna parte") o la consistencia lírica de "White knuckles" ("no pensaba pegarla pero ella siguió riendo"). Pero por encima de todo lo más esperanzador es que el hombre sigue hilando fino y ofreciendo más por menos.

La culminación de un año tan fecundo llega con la edición de otro LP con solo siete meses de diferencia. Un trabajo de verdad conflictivo: doce versiones de clásicos de Country grabados a las órdenes del experimentado pero desganado Billy Sherrill. Razonable la suspicacia de éste ya que ¿cómo se atrevía un petimetre inglés venir a dar lecciones de música americana? Costello no obstante demuestra, si no interpretarlo académicamente, por lo menos entender la esencia. No sé como está de credibilidad el country en España —¿cuántos conocen la versión de Patsy Cline de "Sweet dreams"?— ni si "Almost blue" puede calificarse como country sin más. Yo solo puedo decir que la tristeza que acompaña al disco es escalofriante, y que canciones del calibre de "I'm your toy", "Good year for the roses" o "How much I lied" deben sobrevivir a los avatares del tiempo. Pocos desechan material propio por versiones —él compuso "Stranger in the house" para Merle Haggard— interpretándolas cual animal herido.

Si muchos pensaban que las críticas iban a hacerle retractarse, se equivocaron. Con "Imperial bedroom" Elvis lleva su carrera al límite: es el disco más alejado en planteamientos musicales respecto al resto de su obra. Sin un solo riff medianamente duro, saturado de arreglos hipersofisticados, parece increible que lo firme la misma persona de "This years model" cuatro años atrás. Ahora incluso defiende veladamente la moda, toca en lugares como el Albert Hall y promete no volver a llorar más ("Town cryer"). Menos mal que los textos siguen guardando el sello personal ("bien, aquí es donde él vino a esconderse cuando huyó de tí/ en una gabardina de detective y zapatos de sucio viejo muerto") y el buen gusto se impone ya que, de no ser así, en vez de hablar de un LP casi perfecto —que lo es en su estética, concepto, coherencia y amplitud de ensaciones- estaríamos tratándolo de pastelazo y reclamando otra vez a Nick Lowe en vez del barroco Geoff Emerick.

Y llegamos a 1983, el año de la resurreoción. El año del single "Pills and soap" bajo el seudónimo The Imposter, del hit "Everyday I write the book", de Robert Wyatt con la versión de "Shipbuilding". Es el año del LP "Punch the clock". Un retorno al pop directo, variado, perfeccionista y convencional. Cómo no si lo produce el tandem Langer/Winstanley. Pero entre las melodías convencionales y el aire intrascendente Elvis no ceja en su acritud más humana si se quiere— labrada a sangre y fuego "Buceando por la preciosa vida, cuando podríamos estar buceando para encontrar perlas" ("Shipbuilding"), "Dános nuestro pan diario en trozos individuales, y algo en el trapo diario para cancelar cualquier crisis" ("Pills & Soap"), «No te enseñaron nada excepto cómo ser cruel en ese colegio encantador" ("Charm school"). Al fin se incluye en la edición española la hoja con los textos. ¡A por el diccionario! "Goodbye cruel world" viene a ser doce meses después una continuación de las premisas marcadas por "Punch", aunque carezca de un par de canciones importantes como su predecesor. Ayudas de lujo —Daryl Hall y Green— para un sonido cada vez más exuberante en el que Attractions ven recortada su maniobrabilidad en bien de un trabajo profesional. Destaca la sinceridad de "I wanna be loved" y "Peace in our time", ésta última emplazada al final de una cara y con el mismo tono pacifista emotivo de "Shipbuilding". Ambas no pueden evitar que los más críticos empiecen a oirse.

DESPUES DE LAS ATRACCIONES

Y deben haber hecho mella en él porque, por primera vez en su carrera, se toma un año de respiro. Un respiro discográfico como Elvis Costello, se entiende, ya que no renuncia a otras actividades como llevar a buen puerto su sello discográfico IMP Records (produce a Agnes Bernelle con "Padre está muerto tendido sobre la tabla de planchar", a Philip Chevron de los Radiators, ficha a Men They Couldn't Hang, etc.). 1985 lo pasa actuando junto a T-Bone Burnett como Coward Brothers, en solitario en conciertos aislados —todo un síntoma elegir "All you need is love" para tocar solo a la guitarra en Live Aid— y reflexionando sobre un futuro del que empieza a sentirse desplazado con 32 años. No es fácil envejecer en ete submundo, no señor. La portada de "King of America" podría reflejar una parte del texto de "Brilliant mistake", pero esa mirada mencionada al principio, que sucumbe y se rinde tras las gafas, aguantando con ironía y resignación la corona estridente, más bien creo que se refiere a "I'll wear it proudly" ("sí tuviesen un Rey de Locos yo vestiría esta corona/ y podríais morir riendo/ porque la vestiré orgulloso").

Ya no es la mirada de Elvis Costello. Es la de Declan MacManus, con el retintín de Aloysius o sin él, la de Little Hands of Concrete, otro apode en un LP no tan alegórico como pretenden definirlo algunos. Costello —el Elvis ha sido desterrado y solo queda The Costello Show- ahora habla de amor sin darle más vueltas ("te amé allí y entonces, tan simple como eso"), arrinconando a The Attractions por The Confederates, legendarios músicos de sesión que como James Burton o Ron Tutt— hasta formaban parte del grupo de Elvis Presley. Producido por T-Bone en el más puro estilo sencillo americano: blues ("Eisenhower Blues", "Poisoned rose"), semifolk ("Little palaces"), countrybilly ("Big light") y Dylan. Mucho Dylan. Desde la entrada de "Brilliant mistake" al final de "Sleep of the just" se huele la influencia del genio de Duluth.

Hacer cábalas sobre el futuro de este personaje es como hacer de hombre del tiempo. Imprevisible. Toda la coherencia de los tres primeros años ha sido pulverizada en los seis de esta década. Habrá cometido errores —palabra reiterada en "King of America"—, pero su inestabilidad es de las deseables, de ésas que producen obras maestras. A mí me hubiese gustado extenderme aún más en su trayectoria analizando los cabos sueltos, ya que han quedado bastantes: el affaire sentimental con Cait O'Riordan (Pogues), el inmejorables recopilatorio "Ten Bloody Marys" (de lo más auténtico en este tipo de artefactos), su contribución a "Party Party" y a alguna banda sonora más, los Live Stiffs, la casi production de "Sanctuary" para J. Geils Band, la sustitución anecdótica de Phil Lynott cuando se lesionó Bruce Thomas, el siempre jugoso capítulo de las versiones, el cambio de texto para USA de "Less than zero", el pique con Lowe por "Little Hitler", la oferta rechazada por Dr. Feelgood de "You belong to me" para "Be seeing you", las grabaciones de Attractions solos, en fin, casi daría para un libro, pero aquí nuestro espacio es limitado. Espero que él -no me estoy excusando, Declan, ni quiero que se me perdone— simplemente lo comprenda.


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Ruta 66, No. 8, June 1986


David S. Mordoh profiles Elvis Costello.

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